En
el mundo empresarial hay un hecho sociológico relativamente nuevo: la
preocupación por las cuestiones éticas, que se traduce frecuentemente en la
elaboración de códigos éticos particulares para cada empresa.
No se trata de normativas legales ni de
preceptos religiosos, sino de un tipo de normas específicas: las obligaciones
morales
En los años ochenta se despertó un
sorprendente interés por la ética en ambientes empresariales. Sorprendentes por
su novedad y por su fuerza. En los noventa, la ética empresarial era ya una
moda. A día de hoy podríamos decir que ha sido una rotunda catástrofe.
No obstante, sería un error suponer que
hasta ahora la ética ha estado ausente en la vida empresarial y, en general, en
la vida económica. Conviene recordar que Adam Smith- el denominado padre de la
economía moderna- no sólo fue fue
catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow, sino que durante
mucho tiempo, se consideró a la economía una rama de la ética. Igualmente,
todas las enseñanzas de Marx sobre economía están llenas de referencias éticas
en favor de la libertad y dignidad de los trabajadores.
La introducción de códigos éticos en la
empresa ha tratado de unificar de alguna manera la diversidad de creencias
entre las personas de la misma empresa. En este sentido los códigos éticos no
son más que un aspecto de la cultura de la empresa; es decir, la diversidad de
creencias exige encontrar un mínimo de unidad cultural entre quienes trabajan
en la misma empresa.
En cualquier empresa existen un conjunto de
normas que determinan el trabajo de unos y de otros. Desde el horario y la
distribución de vacaciones, hasta el sistema de ascensos o la selección de
nuevos trabajadores. Muchas de estas cuestiones están elaboradas por escrito y
otras lo están por usos y costumbres. Algunas de estas normas obligan por las
leyes del Estado, mientras que otras pertenecen sólo al régimen interno de la
empresa.
La cultura de una empresa supone
normalmente como tesis indiscutible la obtención de beneficios. Por
consiguiente, las normas de conducta que rigen en cualquier empresa giran en
torno a la optimización de beneficios. Cada empresa busca ganancias con un
estilo propio, con una cultura peculiar.: diferente organización del trabajo, diversas
estrategias de dirección, etc.
Pero la cultura de una empresa no se
reduce a un modo especifico de ganar dinero. Los códigos éticos también forman
parte de la cultura de la empresa. Dicho de otra manera, los beneficios que
busca la empresa no son sólo económicos.
Obtener beneficios supone también conseguir mayor bienestar en el propio
trabajo, relaciones laborales más cordiales, más libertad y creatividad en el
desempeño del trabajo, mas tiempo disponible para la familia y el ocio, etc.
también eso son beneficios, aunque no consten en la cuenta de resultados.
Es decir, el código ético se ocupa no
tanto del modo especifico de gestionar la empresa para la obtención de
beneficios económicos, sino de como obtener en general todo tipo de beneficios.
En consecuencia, el código ético forma el núcleo central de la cultura de la
empresa, porque establece un contexto más amplio en el que buscar los
beneficios económicos.
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